CRÍTICA LITERARIA.- Católicos y puritanos en la colonización de América


(Artículo de Rosa María Martínez de Codes, catedrática de Historia de América de la Universidad Complutense de Madrid. Ilustración: 'Vista caribeña', óleo sobre lienzo, de María Dolores Lledó).

"Este libro intenta situar el Atlántico hispano en el corazón de la historia colonial norteamericana", esta simple frase sintetiza de forma precisa la idea motora que sostiene Jorge Cañizares-Esguerra en su libro 'Católicos y puritanos en la colonización de América'.

Son varios los trabajos de este autor que tratan de romper con la supremacía que ha ocupado la nación dentro de la historiografía sobre el mundo atlántico, transformando la América colonial hispánica en modelo normativo. Buen conocedor del legado del Bolton, Cañizares-Esquerra cuestiona los logros de la nueva historigrafía atlántica y, en particular, la visión excesivamente "británica" de lo que es el Atlántico por parte de los historiadores del periodo colonial de los Estados Unidos. Parece ser cierto que todavía en las universidades norteamericanas, al igual que en la sociedad estadounidense, el mundo hispánico sigue siendo un "otro" entendido como no occidental, porque, entre otras cosas, la memoria de este otro responde a un paradigma no sólo diferente sino antitético del propio anglosajón.

El autor de este libro, catedrático de historia de la Universidad de Austin en Texas, defiende la necesidad de avanzar hacia un Atlántico "pan-americano", y busca en su pasado colonial algunas de las claves que permiten entender cómo la colonización puritana de Nueva Inglaterra se realizó empleando similares modelos que los realizados por los ibéricos en el conjunto mayoritario de Iberoamérica.

En la historia de la conquista y de la colonización del continente, los anglicanos y los puritanos ingleses y los católicos ibéricos, estos y aquellos, aplicaron un universo cultural común, el de una tradición cristiana, primera, única y totalizadora. Una tradición cristiana que, si bien generó dos modelos culturales diferenciados, el anglosajón y el hispano, no por ello eliminó en el proceso de colonización del Nuevo Mundo una cosmovisión común.

Tal es la tesis principal de esta investigación y su autor ha encontrado, en la percepción demonológica de unos y otros, ese universo compartido. Para él la colonización ibérica y la anglosajona fueron entendidas como una lucha entre Cristo y Satanás. El Nuevo Mundo estaba poseído por el demonio desde los tiempos primigenios y con la presencia del conquistador y del colono se convertía en el campo de un combate sin igual.

El espacio demonológico ocupa toda la geografía del libro; es su hilo conductor, porque para el autor Satanás era y estaba entonces omnipresente en toda la sociedad cristiana. La creencia en estas ideas se extendía por todo el orbe cristiano desde, por ejemplo el católico padre Francisco de Vitoria, de la Universidad e Salamanca, que creía en la capacidad del demonio para organizar el aquelarre, hasta el terror que se apoderaba de Lutero y Calvino cuando reflexionaban sobre los poderes de Satán. Toda la moral cristiana, católica o protestante, se organizó en América en función de ese grandioso combate de Dios contra el diablo. Adoración contra adoración, espejos entre sí confrontados.

Sostiene el autor que fue Satán quien, desde el inicio de los tiempos, había cubierto el gran océano de peligros para ocultar el gran continente; luego, Satán también imaginó miles de asechanzas para dificultar el encuentro de los cristianos con los indígenas, vasallos del demonio, y fue, finalmente, también Satán quien extendió su fuerza sobre la naturaleza física de América para que estás manifestaran una fuerte evidencia hostil. Por ello conquistadores y colonos españoles, primero, y luego anglicanos y puritanos después, desarrollaron una épica satánica en su encuentro en aquel espacio nuevo. Esta es a juicio del autor la razón comprensiva de la experiencia europea en el espacio atlántico.

Quizá el excesivo énfasis de las fuentes utilizadas en pro de la satanización del Nuevo Mundo, le han hecho perder al autor de vista otras muchas fuentes que inciden en el mito de la tierra prometida y de la posibilidad de generar una nueva cristiandad a lo largo y ancho de América. Para la pastoral católica la percepción idolátrica del indio no fue un obstáculo para su inclusión en la fe cristiana. Los frailes predicadores trataron y lograron rescatar de la propia cosmovisión indígena aquellas creencias que permitieron su inserción en el ámbito cristiano, tanto desde la perspectiva teológica como desde la perspectiva del derecho natural, desarrollada por la Escuela de Salamanca. El libre albedrío también existía en el indígena y en él se reconocían igualmente los meritos de la obras.

Satán estaba en América, si; pero también allí existían las señales de una cultura donde habitaba también el reino de la verdad, una nueva cristiandad, un universo que había surgido de una voluntad creadora. América produjo cosmovisiones diversas, alternativas y múltiples. No sólo unidireccionales. Todas ellas son expresión de un substrato cristiano común que el autor debe conocer bien, a pesar de la opción realizada en su enfoque demonológico.

Cañizares-Esguerra, Jorge. Católicos y puritanos en la colonización de América, Marcial Pons y Fundación Jorge Juan, Madrid, 2008.408 páginas.