De viaje por... Colombia

Esta es la carta que el uruguayo Enrique Barragán ha publicado en un periódico colombiano en relación con la mala fama que tiene a veces Colombia, un país que, quienes lo conocen, destacan de él la hospitalidad de su gente y sus múltiples atractivos turísticos. Sin embargo, en los últimos años este país tiene un problema serio en materia de seguridad ciudadana. El relato de este amigo sirve para desenmascarar dudas y precisar conceptos que muchas veces nos retraen de visitar sus ciudades.

CARTA

"Soy uruguayo, asiduo lector de vuestro diario y les estoy escribiendo porque en días pasados leí en la edición digital una nota sobre la experiencia que habían vivido 2 ingleses al conocer Bogotá y el miedo que tenían antes de hacerlo por la fama de la ciudad y del temor que les originaría caminar las calles bogotanas. Lamentablemente la imagen de Colombia en el exterior no es buena debido a sus problemas internos ya conocidos y a que fundamentalmente, como pasa generalmente, las noticias que se reciben son precisamente las malas causando en la persona que no está verdaderamente interiorizada una especie de pánico si le hablan de tener que visitar vuestro país.

Claro que la ignorancia y los prejuicios juegan un papel muy importante en estas cuestiones que hace que este tipo de personas piense que se va a bajar del avión y al pisar tierra colombiana les va a explotar una bomba encima o automáticamente los van a asaltar o matar.

Yo, gracias a la amistad que tengo con unas amigas colombianas que conocí en una excursión por Europa en 1986, tengo por Colombia un aprecio muy grande y un cariño muy especial. Fui por primera vez a Bogotá en 1989, año no precisamente calmo ya que en esa época el enfrentamiento era muy grande llevando la disputa a ciudades como la capital del país en hechos que, inclusive, derivaron en acontecimientos como la explosión del edificio del DAS o la muerte de Luis Carlos Galán, entre otros ejemplos que destaco para ubicar en el tiempo la situación que, en ese entonces, se vivía.

Era "sumamente riesgoso" viajar a Colombia en esa época, tal la imagen que se tenía por entonces y que no ha variado mayormente a pesar del esfuerzo de vuestro pueblo en lograrlo. No obstante ello allá fui y fui recibido por mis amigos colombianos de la mejor manera posible y como esperaba, con el corazón abierto, propio de los habitantes de ese país. Disfruté de Bogotá de la mejor manera que uno puede hacerlo, de la mano de gente que, además de hacerme conocer la ciudad profundamente, me enseñó, sin proponérselo, a querer más vuestra tierra.

Después de tanto tiempo, volví hace pocos meses, en junio. Además de reencontrarme con mi gente querida, me encontré con una Bogotá muy cambiada. Absolutamente mucho más limpia, con un tránsito que era caótico en aquel entonces y que ha mejorado ostensiblemente, con un emprendimiento como Transmilenio que es ejemplo para América Latina..., con una ciudad moderna, con emprendimientos como los de "Bogotá Despierta o Bogotá Trasnochadora"muy originales..., con gran variedad de centros comerciales e hipermercados (la Hacienda Santa Bárbara es únical en sus características),...con lugares como Usaquén, al que es obligatorio visitar para un turista que se precie de tal... con parques nuevos, prolijos y en donde la conjunción de espacios verdes con los materiales están bien cuidados..., con el querido Monserrate tan esplendoroso como siempre pero con una infraestructura más acorde a la belleza de ese lugar...con una Carrera Séptima en todo su esplendor y con todas las características propias de una gran avenida de una gran ciudad con su movimiento fermental, sus colores, sus formas, sus peculiaridades, su ordenado desorden, sus artesanías...

Me encontré con esa Bogotá pero también me encontré con una ciudad donde la seguridad no era necesario tenerla en cuenta ni había que reclamarla, me encontré con una ciudad donde no había que andar preocupándose por si lo asaltaban o mataban...me encontré una ciudad para ser andada tranquilamente y sin sobresaltos o cuidados más alá de los normales y propios de cualquier gran metrópolis.

Y se los comenta una persona que por su fisonomía de evidente extranjero (rubio y blanco) podía llamar la atención y que se movilizaba en busetas o buses como cualquier ciudadano común y corriente. Les quería comentar mi sentimiento con respecto a estas situaciones prejuiciosas que sé que los extranjeros perciben de Colombia, que le hacen daño al país y que no se ajustan a la verdad. Por supuesto que no todo es perfecto y que hay zonas peligrosas o lugares menos aconsejables que otros para recorrer, pero no generalizemos diciendo o pensando que es todo un desastre permitiendo que todo un país pague por unos pocos.

'Colombia llora pero no se rinde', así dice una placa que compré en Usaquén. Sigue dependiendo de los colombianos, de su enorme dignidad, engrandecer cada vez más su país. 'Nada podemos esperar sino de nosotros mismos'... así decía nuestro máximo héroe José Gervasio Artigas... y eso es lo que yo les digo como uruguayo y si, me lo permiten, como colombiano. Un abrazo fraterno. Enrique Barragán. Punta del Este, Uruguay".