Cuando uno visita un supermercado del Cono Sur de América se percata del elevado número de jóvenes que están al final de las cajas registradoras para echarte una mano a la hora de empaquetar los productos adquiridos. Se trata de los propineros.

De esta forma, estos jóvenes se ganan una 'platita' que les suele venir muy bien para sufragar sus estudios o sus hobbies. En algunos comercios sólo permiten que desempeñen esta actividad aquellos que puedan certificar que están en período escolar. Se colocan al final de la cinta transportadora y una vez que el cajero o cajera ha realizado su trabajo, estos jóvenes se afanan en introducir los productos en las bolsas de plástico del establecimiento.
Por ello suelen recibir una propina, de ahí el nombre que reciben y que muestran en las tarjetas identificativas que lucen en su ropa uniformada. Y si el cliente está interesado en que alguno de ellos le eche una mano y le ayude a llevar su compra al coche, la gratificación suele ser mayor.
Se trata, pues, de una práctica que no es muy secundada en otros países y que es muy interesante para el comercio, para el estudiante y para el cliente, y en época de crisis económica cualquier iniciativa suele venir bien.